Y si le digo que no? Si recorro apenas la comisura de sus labios con la punta de los dedos. Si desabrocho un botón y otro botón. Si le muerdo como un cachorro despacito la barbilla. Si huelo su piel hasta sentirla estremecer en la nariz. Si enredo mis dedos completos en su pelo y cierro los puños para poder sentirlo en los huecos entre dedo y dedo. Si mi lengua recorre el lóbulo de la oreja, el cuello, el inicio de los hombros. Si mis manos aprietan la cintura, agarran como una garra la finalización de la espalda.
Después de eso,le puedo decir que no?
Ella seguía mirándolo.
-Vamos a casa. - La escuchó susurrar.
No la miró. Se levantó, tomó la campera y salió por la puerta del bar.
Otra vez no. Dijo mientras se ponía la campera.
El frío le dio directo en la cara.
¿Qué? ¿Estás loco? ¡Metete ahí, querés!
ResponderEliminares una opción
ResponderEliminarPrecioso!
ResponderEliminarTu madre nos ha invitado a tu lectura. Me encantó, muy sugerente...
ResponderEliminarHay que tener mucha sangre fría y las ideas muy claras para decir NO.
saludos.
La fuerza de la razón contra la piel. No lo dice pero a este muchacho le cuesta el corazón destrozado seguir los mandamientos de su piel.
ResponderEliminarGracias por visitarme!
Agradezco a su madre que la dio a conocer.
ResponderEliminarSalute!