Me lleno los pulmones de aire cada vez que el día me permite salir a la superficie de mis deseos, cuando veo ese sol desplazarse por entre medio de las sombras, cuando siento como su calor me hierve la sangre y se acelera el golpeteo del corazón. Soy libre, completa y en paz. He tomado decisiones que dejaran cicatrices, marcas que no permitirán que me olvide, que me distraiga. Con la mirada alta, con la vista plena en todo lo que me rodea, busco y exploro esa nueva maravilla, ese sabor agridulce en la boca del futuro, del camino iluminándose como un juego. No hay nada de lo que no sea capaz, no hay nada que quiera guardar, o esconder o ignorar. Todo es una escama de mi piel que se abre, se estimula y se impulsa al mínimo tacto, al mínimo roce de la vida, a la posibilidad y la espera de la sorpresa, del asombro, del milagro de ser, estar y elegir.
Y entonces de nuevo, para no olvidarme, para no ignorarlo, para no distraerme:
No hay nada más importante que mis ganas de ser feliz.
Super beau!
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