Ella, la más enamorada, mide con los dedos el diámetro del inflable gigante de la palabra amor. Lo roza despacio con las yemas de los dedos y piensa si en verdad se ve así. Cuenta la cantidad de letras y es correcta. Mide los pulsos de su corazón con la respiración acelerada del inflable, que huele a caramelo. Que sabe agridulce del pasado y de los miedos, pero sabe más dulce.
Desinfla la palabra, quiere verdad y razón. Y que huela a su perfume y tenga el gusto de sus mañanas.
La más enamorada, ella, que espera a los principes en la puerta para no perder tiempo en que suban a rescatarla, tiene cautela. Reconoce las cicatrices ahora perfumadas, pero quiere oler, quiere sentir, quiere ser libre para poder llenar la palabra de las cosas que la hacen feliz, del descubriemiento y la sorpresa de su reconocimiento en otro, en otro que puede ser o no. Y ella sueña sus promesas y rememora el aroma de su piel y el anelo de tenerlo cuando quiera, cuando ya no haya miedos y pueda hacer una pirueta como un esquilibrista que aún sin temor, sabe que está la red. Un deseo a la luna, y un presagio al sol.
Se mira al espejo: Ay, ella... la más enamorada.
toda una afortunada
ResponderEliminarHermoso, Gordi...
ResponderEliminarLa mas enamorada! Casi diria, que me senti identificada!
muaaaa
precioso, negru, precioso!!!
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