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29 de agosto de 2011
Desnuda el alma y el cuerpo
Hubiese querido, quizás, que no fuera cierto, quizás la misma discusión de siempre. El reclamo escapando por sus labios, las manos en puño de impotencia. Hubiese querido alguna mañana de desayuno tarde en el balcón, la llegada de los chicos. Su mirada de reproche ante el tejido de sueños imposibles y ese señor que no crece. Hubiese querido, quizás, que pudiera perdonarlo, que no bastara para arrancarlo de su pecho, para deshacerse del olor de su piel, del jugo de naranjas con frutillas, los dedos de miel. La mirada al tiempo que pasa sin pasar, detenido en la risa hueca del respiro. Hubiese querido, hace tanto... Quizás, pero ya no.
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