Quiero mis dedos recorriendo tu espalda, mis manos acariciando tu cintura. Tu piel que sé suave, que la anhelo suave, se me deshace en la boca de deseo.
Sueño con tus labios en los míos, en la urgencia de mi ser y de tenerte. Te visto y te desvisto en mis palabras, en los miles de susurros que imagina mi voz en tu oído, mientras te toco, mientras arrastro tu pelo hacia mi nariz y aspiro tu perfume, tu aroma que me embriaga y te miro como si nunca te hubiese mirado, porque nunca te he mirado de esta forma. No hay luna, no hay noche, ni tardes, ni nada, en el tiempo de mis besos tu cuerpo es el mapa, los huecos que atesoro, las manos que se entrelazan, que suspiran y recaen, en tu olor, en la curva de tu pecho, en el lóbulo de la oreja, en la boca que me llama, lo sé, desesperada. La punta de mi lengua en tu garganta, la respiración detenida, la exalación al fín del universo esperado. Del todo, de la nada y la explosión de tu cuerpo en el mío.
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