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2 de mayo de 2011

Gambluch/o/a

No importa cuanto intenten convencerme de que hay gente como él, que alguna persona tiene un hermano así, que con alguien se llevan igual, que el cariño es el mismo. No importa cuanto lo intenten, no pueden.
Es magia pura, como si nos hubiesen hecho en la misma caldera, no es la sangre, o realmente existiría otro hermano como el mío, otra persona como yo que se sintiera parte de un alma tan individual y diferente. Insisto, es magia. Si se hizo en la tierra o en el cielo, no importa, las dos salen de mi mamá.
Cuando nos juntamos con mi hermano, contamos un cuento, unimos historias que nos contaron e inventamos las propias, vamos armando y desarmando momentos en los minutos que tenemos de conocernos, como si fuese de siempre, como si fuese de antes y lo hubiese tenido cerca todas mis vidas anteriores. No importa si pasa tiempo, si cuando el está feliz yo estoy llorando o si salto de contenta y el está enojado, hay un lugar, un espacio de consejos donde aparece la risa, el código. Porque atrás de un Gambluch, hay otro Gambluch y no es el apellido.

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