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11 de abril de 2010

24 de Marzo - Escrito por mi mamá en su blog " La brisa de la vida"

El pasado 12 de marzo al fin, la impotente pena logró matar a Juan.
A ella, no. La vida la despedaza pero no consigue morirla. Aunque ya no importa.
Se ha puesto aquel vestido floreado de hace treinta y dos años y, con un poco de arte, ha soltado el rodete y recortado su cabello casi como en aquel tiempo. Casi.
Espía el sol y el reloj. Ya casi es la hora.
Piensa un momento si lleva todo lo que necesita. Revisa su cartera: sí, está todo. El pañuelo no, hoy va sin pañuelo.
Antes de salir, se mira al espejo y sonríe. Hoy es, de verdad, una vieja loca.

En la plaza camina con la agilidad de entonces. Sabe cuál es su cometido y ha tomado todos los recaudos para lograrlo.
Pronto lo divisa cerca de "ella" y del escenario. Va hacia él y lo mira tranquila, segura de que detrás de aquellos anteojos oscuros está "esa" mirada. Por un momento, se sorprende de haber llegado tan cerca.
Cuando él ha comenzado a reconocerla, ella lo mata con un atinado tiro que impacta casi cinco centímetros a la izquierda, un poco mas abajo, del tercer botón de su camisa que siempre es negra.
Se da vuelta, y comienza a caminar con una sonrisa.
Lo ha hecho por su amiga, para disiparle esa bruma que se va formando en su memoria.

Siente una gran paz, mientras vuelve a guardar en su cartera la pistola de su Ernesto, que ella escondió en su bombacha aquella noche, sin que sirviera de nada.

Sin titulo

Cumplía el 19 de noviembre. Le decían Puper pero su nombre era Roberto Banus. Chico popular, le salía carisma por los poros. Le sobraba buen humor escorpiano y no habìa que encontrarlo de mal humor o enojado pero si lo encontrabas bastaba con distraerlo y repartía chistes. Lo conocí un día a mis 14 años. Compartí algunas cosas con él a causa de su noviazgo con mi amiga, tres años y medio es todo una vida a esa edad. El primer amor de la niña rubia. Siempre le dedico un pensamiento a él, a su nombre, a la forma en que me acuerdo cuando la mamá de Lucía me dijo que estaba muerto. Me acuerdo de mi amiga destruída en el sillón. Me acuerdo del miedo que me causó no entender el porqué. No entender cómo si los pies le llegaban al piso, si podría haberlo evitado, si todavía podría seguir ahora dando vueltas por la vida, contando anecdotas, riéndose del mundo. Nunca entendí como tuvo tanto valor para ser tan cobarde.

5 de abril de 2010

Revolución Humana

Conozco esos ojos. Puedo descifrar en su negrura la paz y la tristeza. Puedo saber por el movimiento de sus manos con que franqueza impone su risa. Niña mujer de nariz roja, aletargada en sueños de juegos, en bosques floridos, mares de llanto y alma. Quiere con pasión, ama con locura. Un día de noche eterna, una noche iluminada de risa, de amigos, de cantos y baile. Nada por aquí, nada por allá y hace magia en su vida. Saca de un bolsillo una flor de agua y salpica amor, porque es gratis, porque no cuesta nada, porque quiere sonreirle a la vida y que le devuelva una carcajada. A veces huracán, vendaval furioso de la tierra, crece en su interior la niña y se rompe la nuez de miel inundando su sangre hasta sus ojos, hasta esos zafiros negros transparentes donde uno ve su desnudez, su fragilidad de hierro. El suspiro y la pena de la caída se vuelven fuerza, grito, y otra vez a calzarse las rayas y los lunares, a pintarse la boca y las pestañas para hacerle una reverencia a la vida, para que sepan que está ahí, armada, esperando la revolución de su propia alma.

Gigantografía

Alma en terciopelo, erizada, mullida, franca... al viento.
Se me han vuelto pájaros las manos y alzan mi cuerpo hasta el cielo, hasta el mismisimo Universo que contempla azorado que mi risa es más grande que su propia inmensidad, que mi felicidad es más luminosa que todas sus estrellas y galaxias. Los agujeros negros no pueden devorar mi ser, me los como a bocaditos como galletitas de chocolate. Todo el aire es mío y floto entre planetas gigantes. Me zambullo en Venus, patino entre los aros de Saturno. Soy grande, gigante... Interminable. Feliz.
Se anidan mis manos-pájaros en los bolsillos de mi saco. Se respira el Otoño, el sol tibio en las pestañas color azul. En un rato, extenderé los brazos y volaré de nuevo, esta vez le pondré alas a mis pies.

1 de abril de 2010

Arrolladito primavera

Había un chino. Uno flaco y desagradable con cara de pedófilo. Estaba esperando a alguien, miraba continuamente su reloj. Fumaba dando largas pitadas a su cigarrillo, no porque estuviera nervioso, se notaba que era por costumbre. De pronto el ringtong estalló en su aparato y sin siquiera sacarlo del estuche que cómodamente colgaba de su cinturón, salió corriendo atropellándose gente. Yo me quedé en mi lugar con la espina de la duda que era aún más desagradable que su presencia.