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29 de marzo de 2014

Domesticar: Crear lazos

Ronroneo como un gato ante tu presencia, y me restriego en tus pies buscando tu proximidad. Quiero que me acaricies y me prestes atención, que me mires y me hables, así puedo seguir ronroneando, esperando poder posarme en tu regazo, indicándote que te esperaba, que me alegra que estés conmigo, que por fín hayas llegado, que espero que te quedes, que ansío que no te vayas, y me estires los bigotes, y te muerda despacito la punta de los dedos, y huela desde tu boca qué hiciste, qué comiste, que dijiste, donde estuviste mientras no estabas conmigo. Rozarte la ropa con mi cuerpo pegándote mi olor, como si fueras de mi pertenencia, y cuando realmente tu atención esté posada en mí, voy a mirarte con los ojos titilando como si no fueras más que un simple mortal, más que el portal de alimento de mi ansias, porque todo el principio no pude evitarlo, tanto te esperaba, pero ahora he caído en la cuenta de tu poder, de tu importancia y debo ignorarte para que no creas que el motor de mi días lo pone tu llegada.

Pero aún sigo ronroneando.

19 de marzo de 2014

Adelante

Estaba sentada "prolijita", medio de costado porque el pizarrón me quedaba lejos, el codo apoyado en el respaldo, la lapicera atenta para tomar notas. Entre tanto miraba el aula, aspiraba la mezcla de perfumes que despedían las casi treinta personas, que como yo, asistían a la clase de ese día. Presté atención a las postura de una profesora joven, apasionada con la enseñanza y las libertades, relajadas su piernas colgaban del pupitre donde estaba sentada, y sus manos volaban acompañando todas sus palabras, alentadoras palabras para mi tercer día de "universitaria". Algunas cosas olvidé anotarlas mientras pensaba en la oportunidad que me había dado la elección tomada, en el esfuerzo que debería poner para transformar esa oportunidad en una vivencia sólida y única como formar un futuro, creer que eso que se hace es una puerta abierta a un campo florido. No me ví estudiando encerrada, ni protestando por tener que estudiar todas las semanas, me ví llenándome de conocimientos mientras rodaba por el pasto, de conceptos y reflexiones mientras me hamacaba alto como cuando era niña, sentí que podía apasionarme por la vida y las cosas desde otro lugar, desde un lugar que pocas veces me había concedido. Me sentí expectante, desafiante, modesta, cauta, atrevida, sentí que podía ser lo que quisiera, sentir lo que deseaba. Sentada prolija con los pies cruzados, lo único que realmente sabía era que iba a valer la pena.

17 de marzo de 2014

Pasaje

Y ahí estaba, recorriendo con la lengua la humedad de su boca, mordiendo el labio inferior, sintiendo su respiración cálida y agitada. El latido en las sienes, los brazos rodeando la cintura, la espalda, la mano agarrando la nuca, sintiendo su entrega como si fuera una esclava de su deseo que crecía mientras aspiraba su perfume, el olor de su ropa, la porosidad de su pelo cayendo enredado entre sus dedos. Los brazos de ella se acomodaban con toda perfección al camino que marcaba su columna, subían y bajaban sus manos por la espalda, hasta que apenas eran roces que perdían fuerza, cuando él le mordía el cuello y dibujaba un surco de fuego jugueteando con el lóbulo de la oreja, bajando despacio por el mismo camino que marcaba su lengua, la saliva tibia, los dientes hundiéndose en la piel, apenas, suave, hasta que la sentía gemir y no podía evitarlo, su boca buscaba con desesperación sus labios, y la besaba, la poseía, la encantaba como un mago. Se fueron sacando la ropa, casi arrancada, desprolijas las mangas, maldecidos los botones y los cierres enemigos de la urgencia. Se miraron un momento, se apreciaron, y desearon aún más, y no había nada entre ellos, nada más que sacar, nada que ocultar. Se acercaron imantados por su propia atracción, rozándose, apretándose los cuerpos extasiados de deseo, de un frenesí que fue creciendo a medida que se saboreaban. Apartó su boca de aquel hombre, los labios hinchados y rojos, los ojos entre cerrados, excitados sus sentidos y sus ganas, lamió su boca, beso sus párpados, fue recorriendo el torso desde el cuello, mordiendo aquí y allí, lamiendo las imperfecciones perfectas de su piel, cruzando como un mar de lava el nacimiento de la clavícula, el cuello, el inicio de la nuca, olisqueando el pelo mientras se abrazaba desde su espalda, mientras volcaba sus pechos rozando apenas los omóplatos,  lamió sus hombros, las manos sosteniendo sus brazos, la respiración agitada del portador rendido a sus designios, a la humedad cálida y fría que iba dejando su boca, su boca deseosa que bajaba y subía por la espalda estremecida, por la piel que reaccionaba a su deseo hasta perderse, hasta que no supo donde terminaba su cuerpo y donde comenzaba el de ella, donde se desprendían sus manos y donde se apaciguaban sus ansias, donde se besaban, y donde se lamían, donde eran y donde se transformaban.

14 de marzo de 2014

Para saber mirar

Para saber que ves, repaso todos los lugares donde sé que se posaron tus ojos. Reviso, inspecciono, espío tu pensamiento ajetreado mientras forma de algún modo tu ser, una imagen de mi persona. De mí o de mi interior, que a veces es lo mismo, y tantas veces no. Intuyo en alguna verbalización el hilo de la madeja que forman tus comentarios, cuando me describen pura y armoniosa, cuando me intuyen sagaz, resbaladiza. En el espejo de tus palabras mi imagen crece y se transforma, habita las horas que recorren los días inagotables de conocerte, de descubrirte distraído en el verde, o el azul, o la pizca marrón que corona tu mirada. Me río y sonrojo, me miro verte ir y venir en los minutos que paso presurosa por detrás de tu espalda, por el rabillo de tus ojos, por la media sonrisa con que me sorprende tu avidez de verme descubierta mirando atentamente qué decís, que curva hace tu boca al explicarte, el movimiento de tus manos cuando acompañan tus cavilaciones. Escondidos en la ventana de un anonimato, frente a frente en los lugares elegidos, inundados de una conversación que no termina, que se recrea y condiciona en lo que somos, en lo que queremos ser, en lo que descomponemos de nuestras confesiones, inflexiones, conclusiones que se unen y desunen en lo cotidiano, en saberte tan posible e imposible, como mis ganas de retenerte, porque te encontré o me encontraste, porque no quiero ser sino ese lugar donde mirar el cielo, donde extender la mano abierta sobre el pasto, y hablarte, contarte como mis sueños se tejen y destejen entre la ansiedad y la vida, entre la espera y los relojes, entre tu cuidar, cuidarme, entre mi cuidar, cuidarte, sin razón más que la de acompañarte, acompañarme, y un tiempo que se deshace fugaz, y se ilumina cuando titila en mi mente tu nombre, y sé que estás ahí, que voy a verte, que vas a saber inevitablemente lo que siento, y que vas a sentir inevitablemente lo que pienso.