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22 de agosto de 2011

Lunes 22

Yo lo leía y pensaba. Imaginaba lo que sentía cuando sus dedos daban en las teclas. Me llené los pulmones de todos los cigarrillos fumados mientras su alma se escribía de oración en oración, mientras se desparramaba entre     puntos y comas. Podía sentir el dolor, la duda, el descubrimiento, la decepción, la maravilla (no en ese orden, no esas cantidades). O al menos podía intentar percibir la curvatura de su espalda, los dedos tirando nerviosamente de su pelo negro. Y pensé: Ojalá ella lo haya leído.Ojalá el haya encontrado el significado de esas palabras. Ojalá esas etiquetas no fueran removidas. Y quizás por el lunes feriado, por ese medio sol tibio que apenas asoma por las persianas, quizás porque lo conozco más de leerlo que de escucharlo, supe, sentí y afirmé que realmente no entra en una sola entrada.

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