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14 de septiembre de 2014

Cleo

Sonríe y el cielo se despeja en mi cara, su mano toma la mía para cruzar la calle y rápidamente la suelta al llegar al parque. Retoño de un niño empezando a florecer a la vida, a sus asombros y pesares, a sus puertas por abrir y  a sus ventanas aún cerradas. La veo crecer tan rápido que dejar de mirarla me da miedo y me tiembla el pánico en la piel de que algo le suceda. Beso su frente curtida descubriendo que nunca nada y nunca nadie, fue amado con la intensidad con que la amo a ella, sangre de mi sangre, despliegue infinito de los motivos de mi alma, de la motivación de mis tardes compartidas, cuando me espera y me llama, y yo llego a su abrazo como quien llega al paraíso.

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