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19 de marzo de 2014

Adelante

Estaba sentada "prolijita", medio de costado porque el pizarrón me quedaba lejos, el codo apoyado en el respaldo, la lapicera atenta para tomar notas. Entre tanto miraba el aula, aspiraba la mezcla de perfumes que despedían las casi treinta personas, que como yo, asistían a la clase de ese día. Presté atención a las postura de una profesora joven, apasionada con la enseñanza y las libertades, relajadas su piernas colgaban del pupitre donde estaba sentada, y sus manos volaban acompañando todas sus palabras, alentadoras palabras para mi tercer día de "universitaria". Algunas cosas olvidé anotarlas mientras pensaba en la oportunidad que me había dado la elección tomada, en el esfuerzo que debería poner para transformar esa oportunidad en una vivencia sólida y única como formar un futuro, creer que eso que se hace es una puerta abierta a un campo florido. No me ví estudiando encerrada, ni protestando por tener que estudiar todas las semanas, me ví llenándome de conocimientos mientras rodaba por el pasto, de conceptos y reflexiones mientras me hamacaba alto como cuando era niña, sentí que podía apasionarme por la vida y las cosas desde otro lugar, desde un lugar que pocas veces me había concedido. Me sentí expectante, desafiante, modesta, cauta, atrevida, sentí que podía ser lo que quisiera, sentir lo que deseaba. Sentada prolija con los pies cruzados, lo único que realmente sabía era que iba a valer la pena.

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