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3 de abril de 2012

Imprevisto

Se olvidó la puerta entre-abierta y entró la fiebre y la duda. Se posaron en los rincones el polvo y la espera. Se movilizaron las cortinas de la pieza, sonaron los despertadores a la misma hora. Volaron en círculos las migas de la noche y todo fue un largo ruido de besos espaciados y roces de manos. Se sentaron en los sillones las risas y los susurros, se cocinaron en las ollas el amor y la tristeza. Asomado en la ventana el olvido despeinaba las plantas. Se derritieron los chocolates en los cajones, se embadurnaron de caramelo las sábanas, se derritió el hielo en el vacío de las copas, se oscurecieron las fotos, se abrieron los libros es las páginas marcadas. Se poblaron las paredes con las sombras de los amantes. No hubo minutos, ni horas. Sin tiempo para desaparecer cuando abrió la puerta, el recuerdo lo había llenado todo.

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