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30 de abril de 2012

Otra Certeza

Pensé que bastaban los rosales sin rosas, la plantación exhaustiva de cactus con espinas, las excusas ridículas. Pensé que eran suficientes los bichos asquerosos que tiré por el camino, los pájaros que convertí en cuervos, la caradurés del raciocinio. Creía que bastaba el silencio y la distancia, los días y las horas de la espera. Creí que ya no era tiempo, que eran de sobra los resentimientos y fantasmas, que eran suficientes las cercas de terquedades. El problema fue cuando te creí que nada podía detener lo que habías empezado.

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