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15 de mayo de 2012

Las flores de mi balcón

Desde mi florido balcón veo su torre. Tan oscura como brillante, dependiendo del ángulo que se vea.
Su mirada siempre fija en mi ventana como un faro, una guía que me llama y me lleva. A veces despierto en medio de la noche sonrojada por el roce de sus besos. Un sueño, me repito, aunque siento palpitar sus labios en mi boca. Nada puede apartar mi pensamiento de su erguida figura, su espera inalterable, su tenacidad en el seguimiento de mi vida. Lo espío entre las cortinas que revolotean por los días, lo sigo con mi inquietud, con la curiosidad que me despierta su mente alerta. Sólo desde la distancia puedo mirarlo, llena de miedo en mi alto balcón. Miedo a mi corazón desbocado, a mis palabras presurosas, a promesas que no pueda cumplir. Miedo a las traiciones de mi propia alma, de mis manos cansadas de revolver y de buscar. Pero cuando cae la noche, mi voz lo llama en la penumbra, sus labios besan las cicatrices de mis manos, y su cuerpo es un reposo silencioso donde el tiempo no existe, donde mi cuerpo no es más que la continuación del suyo como los negativos de una fotografía.
Todo. Y luego una nada que se llena de a poco, desde mi florido balcón dónde las flores se marchitan.


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