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15 de mayo de 2012

Sombra

En la noche el grito agónico de amor y locura, del dolor y el espanto. Sin rojo en los labios y el vacío del corazón llenándolo todo. La espera de las horas sin risas, las flores marchitas en los floreros.
Tuve su mano en mi pecho y su voz susurrando entre dientes la furia incontenible, la furia quemando por dentro sus ojos verdes. Hubiese querido hacerle olvidar el precipicio donde quería desplegarse y caer, dónde todo se apagaría finalmente y ya no habría nada. Sería parte del espacio y las partículas. Y yo no podía hacer nada, porque realmente no podía sino mirarla, y tocarla, y besarle el pelo, y los moretones, y las lágrimas redondas que caían por sus mejillas.

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